Marqués de Arviza ocupa las instalaciones de las antiguas Bodegas Montecillo, fundadas en 1874, que a su vez fueron construidas sobre un entramado centenario de cuevas o calados. La bodega actual fue constituida en 2001, fecha en la que se llevó a cabo un completo proyecto de reforma de sus distintos espacios, y en 2005 fue adquirida por el grupo empresarial Bodegas Hidalgo, con sede en Sanlúcar de Barrameda.
Situada en el barrio de bodegas de Fuenmayor, consta de dos edificios adyacentes de piedra, construidos en paralelo y comunicados por las cuevas subterráneas. El de mayor tamaño, que conserva en su fachada el rótulo de Montecillo, alberga las instalaciones bodegueras propiamente dichas, mientras que el otro ha sido destinado a sede social.
Las visitas comienzan en el primero, un pabellón de mampostería en el que se concentran las diversas zonas de elaboración y crianza. En la entrada podemos ver una antigua prensa de madera, expuesta junto a la prensa hidráulica que se utiliza en la actualidad. A la derecha se sitúa la sala de barricas, de reducidas dimensiones, con techos de hormigón y control de temperatura y humedad. A la izquierda se encuentra la sala más amplia del edificio, que alberga nueve depósitos de hormigón de 20.000 litros de capacidad, una pequeña línea de embotellado y tres depósitos más de acero inoxidable. Una escalerilla metálica conduce a la parte superior de los depósitos de hormigón, sobre los que se ha ubicado la mesa de selección de uva y una despalilladora-estrujadora.
La modestia de esta nave contrasta con el valor etnográfico y estético de las dependencias subterráneas. Descendiendo por unas escaleras de piedra encontramos, en primer lugar, dos antiguos depósitos del siglo XIX, construidos probablemente en el lugar que habían ocupado antes unos lagares, y recubiertos de azulejos vitrificados que recuerdan el revestimiento de una piscina. Un tipo de obra difícil de ver ya en La Rioja, pues dejó de realizarse cuando se comprobó que las junturas perjudicaban al vino. En un nivel inferior se encuentran los espacios más antiguos de la bodega, una serie de calados de los siglos XVI y XVII, sustentados por arcos de medio punto de piedra de sillería y de ladrillo macizo. En su punto más bajo alcanzan 12 metros de profundidad y siguen siendo utilizados para la crianza en barrica de algunos vinos de especial calidad.
A través de estas cuevas se accede al segundo edificio, habilitado como enotienda, comedor y lugar de reunión. La mayor parte de sus muros son de mampostería y presenta el aspecto clásico de las bodegas decimonónicas de Rioja, pero en la entrada conserva los sillares y el escudo nobiliario de un inmueble anterior, de las primeras décadas del siglo XVII. La techumbre, sostenida por una armazón de vigas y pilares de madera, está restaurada. Las visitas finalizan en el comedor, con la cata comentada de un Arviza Crianza y un Arviza Reserva.